Las 3C del Observatorio Permanente de los Bienes Eclesiásticos como antídoto a las 3c de las camarillas
Asistí, hace tan solo unos días, a un evento en la “Piazza Campidoglio” de Roma titulado “Nadie se salva solo. Paz y Fraternidad” organizado por la Comunidad de Sant’ Egidio en el “Espíritu de Asís” en presencia del Papa Francisco, del Presidente de la República Italiana Sergio Mattarella y de muchos líderes religiosos de todo el mundo. Una oportunidad de diálogo para poner en el centro la importancia de la paz, de la fraternidad y de los valores comunes en un momento histórico tan delicado que nos une en la promoción del desarrollo humano integral en el contraste concreto con las pobrezas sin descuidar nuestra Casa Común. . Muchos puntos a compartir entre miembros de diferentes tradiciones religiosas pero unidos en el deseo de empezar de nuevo desde Roma trazando un camino hacia el futuro. En ese contexto, mi pensamiento se dirigió a todas las personas (gracias a Dios pocas) dentro de la Iglesia, lejos del Espíritu de Asís y del Evangelio, que insisten en seguir el poder personal y los intereses económicos con un estilo eufemísticamente anacrónico. No me desanimé y, en esta reflexión, quise capturar una inspiración positiva que nunca pueda verse comprometida por el comportamiento de algunos sujetos. Estas personas, de hecho, se están excluyendo de la Iglesia con sus propias obras corruptas y con sus opacidades. No cabe en absoluto una gestión de los bienes eclesiásticos que no esté estrechamente relacionada con la misión y los fines a los que se destinan.
Sin embargo, nadie puede amar lo que no conoce. Cuidar los bienes significa saber ponerlos en relación con los fines últimos para los que fueron creados, comprados o donados. De igual forma, para saber gestionarlos, se necesita una adecuada formación interdisciplinar que debe operar en los procesos colectivos de toma de decisiones. Esta dinámica de las 3C – Conocimiento, Competencia y Colegialidad – es el antídoto que promueve el Observatorio para oponerse a los efectos deletéreos desencadenados por otras 3c – deliberadamente en minúsculas – que se refieren a las infecciones más temibles: corrupción, clientelismo y clericalismo. Este último aspecto debe entenderse entonces como exactamente lo contrario de esa sinodalidad y colegialidad que impregna la Tradición de la Iglesia y el derecho canónico. El clientelismo, en cambio, se anula frente a la competencia en materia económica, jurídica y administrativa también gracias a la progresiva implicación de fieles laicos con experiencia y prestigio consolidado en roles clave dentro de la Iglesia. Esta es la dirección ya indicada por el Concilio Vaticano II sobre la corresponsabilidad de los “Christifideles laici” en la Misión que el Papa Francisco sigue con nombramientos concretos y precisos. Una prueba evidente de este cambio continuo se encuentra en las últimas elecciones del Santo Padre que involucran directamente a los laicos en organizaciones que operan en el sector patrimonial, económico y financiero. Me refiero explícitamente a la Secretaría de Economía de la Santa Sede donde el propio Prefecto, Padre Guerrero Alves, está utilizando su competencia al servicio de la Iglesia con discreción y eficacia. Un nuevo Secretario General, Maximino Caballero Ledo – persona de sólida formación y experiencia internacional en materia económica y financiera – contribuye a la construcción de esa “casa de cristal” que el Papa Francisco quiere construir para la economía de la Santa Sede con la máxima transparencia. De hecho, están introduciendo mecanismos de “buenas prácticas internacionales” colaborando de manera colegial con otros dicasterios Vaticanos. Convivimos con la triste conciencia de que este enorme trabajo no se convertirá en una noticia en los medios como pasó con los escándalos. Lo mismo ocurre con el equipo que actualmente está al frente de la APSA (Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica) que garantiza un compromiso constante y tangible por el bien de la Iglesia. En el caso en cuestión, el presidente S.E. Mons. Nunzio Galantino junto con el nuevo Secretario Fabio Gasperini – laico con trayectoria internacional en el ámbito financiero – y con la valiosa colaboración del Subsecretario Mons. Giuseppe Russo – sacerdote, ex ingeniero, con un profundo conocimiento del sector inmobiliario religioso también por su experiencia en la Conferencia Episcopal Italiana – están demostrando, con datos en la mano, que pueden trabajar eficazmente con esa mentalidad renovada que deseaba el Papa Francisco. Se lo debemos al Santo Padre por el reciente nombramiento de seis mujeres al Consejo de Economía. Todas mujeres laicas, elegidas entre profesoras universitarias y expertas del sector financiero que se suman a los expertos internacionales previamente elegidos. Todo esto está contribuyendo a crear un modelo a seguir en los organismos que operan en el ámbito económico, administrativo y financiero de la Curia Romana. Hay un fermento positivo que anima ejemplos, tan brillantes como discretos, capaces de transformarse en verdaderos modelos de gestión para ser imitados por quienes administran bienes y recursos atribuibles a la Iglesia Católica. El escenario que acabamos de describir se opone con fuerza a los escándalos que tanto han herido al Pueblo de Dios. El mismo Jesús nos recuerda en el Evangelio que “Nadie puede servir a dos señores”.
Los intereses personales y el dinero, medio decisivo de la relación entre los hombres y los bienes materiales, pueden convertirse en señores, volcando la lógica de la relación: desde medios de servicio hasta llegar a ser amos que pretenden ser servidos. Sin embargo, ante la progresiva consolidación de modelos positivos, todos aquellos que hayan optado por servir al dios del dinero tendrán inevitablemente que dejar de lado sus intenciones para embarcarse en un viático obligatorio que conduce a la auto exclusión. De hecho, se encontrarán operando en un escenario capaz de reconocerlos y aislarlos porque las 3C del Observatorio – Conocimiento, Competencia y Colegialidad – representan precisamente esos anticuerpos que el Papa Francisco está introduciendo para expulsar a las 3c de las camarillas – corrupción, clientelismo y clericalismo – que tanto desaliento han causado llenando las columnas de los periódicos que pronto tendrán que acostumbrarse a contar el ruido, ahora casi imperceptible, de ese bosque que sigue creciendo. No habrá más espacio para describir el rugido – cada vez más raro – causado por pocos árboles porque ni siquiera podrán caer. Se secarán por sí solos.
La reforma lanzada por el Papa Francisco, en cambio, dará frutos maduros y abundantes para el bien del Pueblo de Dios y, por tanto, de la Misión de la Iglesia en el mundo.
D. Antonio Sanchez Fraga
Fundador del Observatorio Permanente de los Bienes Eclesiásticos
Economista, licenciado en Derecho Canónico con máster y formación específica en Gestión de Bienes Eclesiásticos.